¿EN QUÉ SE HA CONVERTIDO EL PARTIDO
SOCIAL Y OBRERO DEL HISTÓRICO PABLO IGLESIAS?
Las redes sociales sirven de trampolín
para divulgar información presuntuosa, crear dudas de honestidad a través del
poder económico y contaminar a la sociedad y a las bases con presentimientos
deshonrosos.
Lo malo, o lo bueno para el ciudadano,
es que parece que las alertas aciertan y dan a conocer que quienes lo manipulan
son, precisamente, quienes deberían de ejemplarizar con el único propósito de
fortalecer la democracia sin juegos de malabaristas, sucios, y con objeto de
condicionar destinos sociales a través de oportunismos socio-políticos en poder
de diferentes capitales.
De las diferentes informaciones que
legítima y democráticamente vierten los ciudadanos a las ondas del universo del
conocimiento, a través de las redes sociales o medios de prensa o noticiarios
televisivos, se desprende que el partido obrero de Iglesias primero, el
fundador, está contaminando desde los mismísimos cimientos.
Un PSOE democrático, del pueblo y para
el pueblo, debería tomar las decisiones sociales, comunes, de sus propias
bases. Un PSOE que se deja manipular, conducir y estancar en lo más profundo
del conservadurismo del poder del capital, condicionado por líderes caducos, a
la vista del pueblo llano quedan desenmascarados por lo que esconden en ideal
totalitario y eso es, antidemocrático.
Un PSOE democrático, social, no
pertenece a ningún grupo de amigos, aún menos si provienen de esferas
dominantes y se codean, ilegítimamente, con el poder de la información y del
capitalismo para unilateralmente derivar la voluntad de millones de votantes
soberanos en el marco de una sociedad cambiante. Una sociedad maltratada por
los ajustes económicos, por el deterioro laboral, por los recortes sanitarios y
formativos en denigrante precariedad de malestar, hambruna, etc.
Si el PSOE del histórico Pablo Iglesias
es propiedad de Felipe González, del propietario del grupo Prisa, señor
Cebrián, de Susana Díaz, o del capitalismo poderoso dominante del universo español
y, por tanto, yugo de la clase obrera, ese partido sería sectario y no podría
ser destinatario de mi voto.
No, no podría serlo porque yo no voto
dictaduras encubiertas. Mi voto es libre, pertenece a la democracia del pueblo
y para el pueblo. Esos señores, sin embargo, lo toman como de su propiedad o
para fortalecimiento individual, de su propio cortijo.
Agustín Conchilla
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